sábado, 24 de septiembre de 2011

Recomendaciones de un empleado a su jefe

Nunca me dé el trabajo por la mañana. Hágalo después de las cuatro. Siempre es gratificante contar con el reto de trabajar bajo presión.

Si estoy haciendo algo urgente, interrúmpame, por favor, cada diez minutos para saber como voy. O, mejor aún, espíeme por encima del hombro para supervisarme directamente. Me sentiré muy apoyado.

Siempre salga de la oficina sin decirme adónde va. Eso me brinda la oportunidad de estimular mi creatividad cada vez que alguien me pregunte por usted.

Si mis manos están llenas de papeles, libros o cajas, no me abra la puerta. Necesito aprender a funcionar bien por si acaso me quedo imposibilitado, y abrir las puertas sin ayuda es un excelente entrenamiento.
Si me da más de una misión que cumplir, no me diga cuál es la prioridad. Soy adivino.

Haga lo imposible por mantenerme en la oficina hasta tarde. Me encante estar aquí, y en realidad, no tengo adonde ir ni nada más que hacer, pues no tengo vida propia.

Si mi forma de trabajar y los resultados que alcanzo le satisfacen, manténgalo en secreto. Si se sabe, podría ser motivo de ascenso. Además, si no me lo dice, me seguiré esforzando ininterrumpidamente.

Si por el contrario, no le satisfacen. Hágaselo saber a todo el mundo. Me encanta que mi nombre sea el mas mentado en las conversaciones internas. Pero no me lo diga a mi, podría herir mis sentimientos.
Si tiene instrucciones especiales para la realización de algún trabajo, no me las escriba. De hecho, ni me las mencione hasta que ya casi haya terminado el trabajo. ¿qué necesidad hay de confundirme con información inútil?.

Nunca me presente a las personas con las que esté en una reunión. No tengo derecho a conocer ni a saber nada de nadie.
Cuando usted haga referencia a estas personas en el futuro, yo utilizaré mis poderes psíquicos para saber de quién me habla.

Sea agradable conmigo solamente cuando este en juego su puesto y dependa de mi trabajo.
Dígame sus pequeños problemas. Nadie más los tiene, y es bueno saber que su jefe es menos afortunado que uno. En especial, disfruto con la historia en la que me relata la enorme cantidad de impuestos que tendrá que pagas por el bono que ha recibido gracias a la consecución de los objetivos del departamento.

Espera a que venga mi evaluación de resultados anual para, entonces, decirme cuál debió ser mi principal objetivo.

Por último, califique mi trabajo como mediocre y déme un aumento basado en el IPC. Como bien sabe, yo no trabajo por dinero.

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